Piensa en tus años de la infancia. Esos años en los que querías hacerla de todo sin pensar en las consecuencias. Fue un tiempo maravilloso ¿Apoco no?

Raspones, juegos, luchas, amistad y aprendizaje constante. Ahora bien, en medio de ese tiempo para unos bueno y para otros quizá no tanto, recuerdas frases como: «No te subas a ahí que te vas a caer» o «Fíjate cuando atravieses la calle«  Todas estas frases resuenan en nuestra mente entre muchas otras que se nos dijeron cuando éramos pequeños ¿Te acuerdas? Y qué decir si recordáramos todas esas indicaciones  que no siempre recibíamos de mejor manera pero venían siempre de parte de nuestros padres con la intención de cuidarnos, instruirnos, prevenirnos o quizá incluso para reprendernos. Esas indicaciones no siempre las recibíamos con alegría pero si somos honestos fueron necesarias pues provenían de personas con un panorama más amplio de las cosas.

¿Qué te hace sentir el hecho de que alguien se preocupe por ti?

Hemos crecido y nos hemos desarrollado escuchando, viendo y recibiendo indicaciones las cuales, como mencionábamos, tienen y tuvieron el objetivo de mantenernos a salvo y seguros en las diversas actividades que llevamos a cabo cotidianamente. Hoy quizá con otra perspectiva en mente, podemos voltear a ver esas instrucciones y sonreír pues independientemente de la persona de quién hayan provenido, el hecho de sentir que un ser humano se preocupe por nosotros y nos instruya en buena voluntad, nos arroja emociones que nos conmueven y nos llenan de alegría.

En la Biblia en el libro de los proverbios capítulo 16 versículo 3 se nos una de esas instrucciones que quizá de momento no nos arrojen una sonrisa y un sentimiento de ternura o de amor pero que indudablemente cuando lo experimentamos en el transcurso del tiempo concluimos que nos muestra un Dios de amor preocupado porte nosotros:

Pon todo lo que hagas en manos del Señor , y tus planes tendrán éxito.

Ahora bien, antes de que nos caiga mal la parte de «pon todo lo que hagas…» veamos lo siguiente. Dios en su gran amor y sabiduría quiere nuestro éxito, sí ¡Leíste bien! Dios quiere que seas exitoso en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas por lo tanto aquí es donde re planteamos esta instrucción desde la perspectiva de lo que Dios quiere para nosotros, en vez de plantearla desde la perspectiva de la «demanda» que efectúa. Dios quiere nuestro éxito y éste está garantizado toda vez que pongamos nuestros asuntos en él y quizá para entender mejor esto, hay que remontarnos a una ilustración sencilla. ¿Qué te parece más exitoso: Buscar pilotear un avión por ti mismo o confiar en un piloto calificado? ¿Te subirías a un avión piloteado por un pasajero común? Es hasta que lo vemos en ilustraciones demasiado obvias que podemos entender que si Dios está demandando poner nuestros asuntos en él es porque él quiere tomar las riendas y «pilotear» nuestra nave por los caminos que él conoce, haciéndole frente a las circunstancias que él conoce y bajo su liderazgo pues es él quien más experiencia tiene jamás.

Por el contrario ¿Qué pasa entonces cuando no hacemos caso a las indicaciones que se nos dan o cuando simplemente pensamos que nuestro camino es mejor? Evidentemente experimentamos consecuencias muy desfavorables que nos ponen realmente mal y a la postre terminamos reprochándonos a nosotros mismos y lamentándonos por aquello que no hicimos y que seguramente hubiera traído otras consecuencias de no ser porque nos rehusamos a seguir instrucciones que de pronto son muy simples pero no siempre fáciles de asumir. 

Es justo en esas situaciones desfavorables donde Dios no nos quiere ver. Quiere evitar a como dé lugar nuestra desgracia y por eso con anticipación, nos dice qué hacer para poder lograr lo que tanto deseamos. (Si es que eso está en su voluntad).

Por ende, poner todo lo que hagamos en las manos de Dios y hacer lo que nos corresponde literalmente nos asegura el éxito tan anhelado por todos. Poner las cosas en sus manos es dejar que él tome las riendas, sobre todo en la toma de decisiones, no quiere decir que él va a tener que enviarte un memo directo desde el cielo cada vez que tengas que tomar una decisión con la respuesta literal, sino que conociendo lo que mueve su corazón, podamos tomar esas decisiones ¡Eso es poner las cosas en manos de Dios!

A Dios lo mueve el amor, ¿Qué tanto de nuestras decisiones las tomamos en base al amor? A Dios le mueve la misericordia ¿Qué tanto de lo que hacemos lo hacemos con la perspectiva de la misericordia? A Dios le mueve la paz ¿Qué tanto buscamos que las decisiones que tomamos promuevan la paz? Es ahí donde a partir de las pequeñas decisiones que tomamos todos los días. Podemos aplicar esta pequeña gran instrucción.

Al final de la cosa esto es bien sencillo: hacer lo correcto es bastante simple pero bastante difícil en el día a día, házlo, vívelo desde ya y ¿porque no? Que lo que hagamos beneficie también a otros. Recuerda que no es bueno buscar sobresalir sólo por hacerlo, si tu intención es buena tu éxito contagiará a otros y así serás benéfico a los demás.